Industrialmente se fabrican en materiales básicos (madera, aluminio, vidrio, plástico). En el espacio arquitectónico sirven para separar estancias, facilitando tanto su aislamiento como el acceso entre ellas. Disponen de varios tipos de herrajes metálicos del tipo bisagra o "bibel", y pueden tener cerraduras, candados, cerrojos y resbalones complementarios, para cerrarlas o abrirlas con mayor facilidad.

Las puertas pueden moverse de varias maneras (en ángulos alejándose de la puerta/portal, deslizándose en un plano paralelo al marco, plegándose en ángulos en un plano paralelo o girando a lo largo de un eje en el centro del marco) para permitir o impedir la entrada o salida. En la mayoría de los casos, el interior de una puerta coincide con su lado exterior. Pero en otros casos, los dos lados son radicalmente diferentes.

Muchas puertas incorporan mecanismos de bloqueo o cerradura para garantizar que solo algunas personas puedan abrirlas (como con una llave). Las puertas pueden tener dispositivos como aldabas o timbres mediante los cuales las personas que están afuera anuncian su presencia. (En algunos países, como Brasil, es costumbre aplaudir desde la acera para anunciar la presencia de alguien). Además de brindar acceso dentro y fuera de un espacio, las puertas pueden tener las funciones secundarias de garantizar la privacidad al evitar la atención no deseada de los extraños, de separar áreas con diferentes funciones, de permitir que la luz entre y salga de un espacio, de controlar la ventilación o corriente de aire para que los interiores puedan ser más efectivos calentarse o enfriarse, amortiguar el ruido y bloquear la propagación del fuego.